El viaje perfecto

Ilustración lrmr

Me resulta
bastante molesto esperar el colectivo.
La fila está un poco densa… esto atenta contra mi necesidad de viajar cómodamente.
Llegó uno, bastante lleno. De asiento ni hablar; lugar para ir de pie posiblemente haya, pero demasiado incómodo. Lo dejo pasar.
Llega otro. No hay asientos libres pero tiene menos gente; más probabilidades para disponer de un asiento en un tiempo razonablemente corto. ¡qué ruidoso que es! Algo funciona mal porque los vidrios vibran espantosamente y el ruido es muy desagradable. No, no subo.
Llega otro. Poca gente, en realidad. Y con asientos libres, justo ahora que se puso en la cola el tipo éste con su mp4 a full con esa música insoportable que habrá que escuchar todo el viaje. No, no. Espero otro.
Por suerte hay más: éste que llegó ahora tiene menos asientos disponibles que el otro, pero los pocos que hay son los reservados. Seguro que subo y en la siguiente parada suben dos embarazadas, tres ancianas y alguien con la pierna enyesada. Eso es peor que subir sabiendo que habrá que viajar de pie. No es suficiente, busco algo mejor.
¡Por fin! Llega uno con poca gente, muchos asientos libres, los vidrios están bien y no hay ruidosos al lado. Pero… ¡uf! Es el que hace el recorrido pasando por Villa Zamora; voy a demorar como veinte minutos más en llegar. No me convence.
Sigo en la parada. No me gusta viajar mal y para evitar tamaño sacrificio, hay que saber esperar la oportunidad. A los muchos que ya llegaron y a los otros muchos que están a punto de llegar a su casa pareció no importarles, ¡allá ellos!
Yo espero el viaje perfecto.
Luis R. Maderuelo
Aprox 2007
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