La crisis del Apolo XIII
Historia real. Desarrollada y publicada en la página de "Juntapuchos" año 2001/2003.
El 20 de
Julio de 1969 la misión Apollo XI pone al primer hombre en la Luna, en una
gesta espacial histórica para la humanidad, seguido por TV por
unas 600 millones de personas.
En
noviembre del mismo año parte la misión Apollo XII obteniendo éxito en el mismo
objetivo.
El 11 de
Abril de 1970 parte la nave espacial Apollo XIII con intención de un nuevo
alunizaje. Sería el tercero y por lo tanto no se esperaban sorpresas: ya era
como una rutina. Curiosamente, el pobre número 13 ha sido castigado por la
casualidad porque esta misión debería ser abortada.
Los
módulos que proporcionan normalmente electricidad, agua, oxígeno y luz fallaron
mientras los astronautas se encontraban a 320.000 kilómetros de distancia de la
Tierra. El astronauta John Swigert después de observar una luz de advertencia
acompañada de un “bang”, comunica a tierra:
Más adelante esta frase sería distorsionada por el cine, transformándose en la famosa “Houston,tenemos un problema”. La hora: 21:08 del 13 de abril.
Una gran
cantidad de luces de advertencia de encendieron en serie indicando la pérdida
de dos de las tres fuentes generadoras de energía. Las lecturas de los
instrumentos señalaban que un tanque de oxígeno estaba completamente vacío y
que el segundo se estaba vaciando. Peor aún era el problema de la energía: no
resultaría suficiente. Además, se estimaba que se quedarían sin agua
cinco horas antes de la entrada a la Tierra. El agua era fundamental para los
sistemas de enfriamiento de la nave.
El
racionamiento fue tan extremo que la tripulación se deshidrató y perdieron
peso: entre los tres un total de 16 kilos, casi un 50% más que cualquier
tripulación anterior.
Un día y
medio después del incidente, las luces de advertencia del nivel de
contaminación por CO2 avisaron que se estaba llegando a niveles peligrosos.
¡Una
situación desesperada! no sólo para los tres hombres, también para los
centenares de personas en tierra responsables de la misión. Todo hacía presumir
un desenlace fatal.
La
reacción de la Nasa, en medio de la tremenda presión de saber que estos hombres
iban a morir, fue propuesta por iniciativa del responsable del programa.
Ordenaron a los astronautas investigar de qué cosas disponían y en el módulo
lunar: la orden era buscar cualquier cosa, por ínfima o inútil que
pareciera. Plásticos, paneles, cintas, cables, envases, elementos de
higiene, todo lo que pudieran usar y que no sean, por supuesto, piezas vitales
para el funcionamiento. Luego reunieron a un comité de emergencia con distintos
científicos y técnicos. Los pusieron en un salón frente a una gran
mesa sobre la que dejaron las mismas piezas de cada uno de todos
aquellos elementos que podrían disponer los astronautas.
Era una
carrera contra el tiempo en la que se jugaba la vida de tres personas. Y al
cabo de un tiempo que pareció interminable, finalmente el comité logró proponer
una solución: elaboraron un elemento que era una mescolanza de cosas que sin
duda no estaban aplicadas como lo eran en su función original, y dispusieron
medidas de emergencia que daría una oportunidad a los astronautas.
Desde
tierra los ingenieros explicaron a los astronautas de cuáles eran los elementos
que deberían utilizar y cómo construir este objeto, con el que podrían hacer
conexiones con el módulo lunar a bordo y de ahí obtener un saldo de recursos
indispensables para el regreso. También los guiaron con todas las medidas que
debían tomar hasta el límite: sufrieron frío por no poder hacer funcionar los
calefactores para ahorrar energía y cada movimiento se medía al milímetro.
Resultado
final: La tripulación amerizó perfectamente en el Océano Pacífico cerca de
Samoa, el 17 de Abril de 1970.
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![]() |
Tripulación de la misión lunar Apolo 13 James Lowell, Jack L. Swigert y Fred W. Haise |
Este grupo de cientos de hombres en la tierra, y otros 3 en el espacio, pudieron trabajar en equipo y lograron sobrevivir
adaptando piezas que finalmente sirvieron a objetivos totalmente distintas para
las que fueron creadas.
Pudieron ver con criterio amplio desde lo que sí disponían, descubrir sus posibilidades de adaptación: descubrir esa reserva de valor que todas los objetos tienen. Seguramente muchos elementos que los ingenieros de tierra pudieron ver como solución, podrían haber pasado desapercibidos para una mente más rígida o sin esperanza y coraje para luchar.
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