Última historia verídica y casi casi, inverosímil
De este viaje y circunstancias, última nota de la serie, puedo dar algunos datos precisos de fecha y hasta de hora, gracias a que éstos son grabados por las cámaras en las fotografías digitales.
Teníamos una Saveiro con muy pocos kilómetros, los suficientes para estar seguros de que ya estaba bien asentada y podía afrontar una actividad de montaña sin que se dañe.
A mediados de julio del 2007 habíamos realizado un viaje a Anquincila y Ancasti. Aparte de conocer esos hermosos lugares, averiguamos acerca unas pinturas rupestres que habría por la zona. Logramos información de un lugar llamado “La Candelaria”, transformándose automáticamente en objetivo. Programamos otro viaje para el mes siguiente aprovechando que habría un “feriado puente” el 20 de agosto.
(Hoja de ruta: Iríamos hasta Ancasti y luego de visitar las cuevas con pinturas, continuaríamos por la ruta 13 hasta el final del mapa, para seguir por la 20 y volver por Esquiú hasta Recreo, donde ya tomaríamos de regreso por la 157)
Preparamos equipos, herramientas básicas, abrigos y hasta algunas provisiones.
Ya saliendo, antes de subir al vehículo, muevo sin querer unas cajas que estaban apiladas en la cochera y siento que algo cae. Levanto el objeto y veo que era un juego de llaves “Allen”, cosa que me sorprendió porque no recordaba haberlas puesto allí. Tampoco las extrañé en el momento de seleccionar las herramientas que llevaría, porque nunca las pensé como parte del equipo. Sin embargo, como ya las tenía en la mano y prácticamente no ocupan espacio, fueron a parar a la guantera y partimos.
Trataré de abreviar los detalles del viaje que no hacen a la cuestión de esta narración: digamos que ya pasamos por Anquincila, Ancasti, llegamos a las cuevas (Si quieren curiosear, “Yapa” debajo de esta nota) y regresamos a hacer noche en Ancasti.
Dique de Ipizca |
Llegamos al "Chorro" en cuestión a eso de las 9:40; si bien es todo muy cerca, cuando uno disfruta el paisaje y saca fotos, el avance toma su tiempo.
(Recomiendo ESTA NOTA acerca de este lugar, uno de los pocos ríos que "corren al revés)
"El Chorro", una caída de agua de 15 m con características interesantes. |
Seguimos viaje y aproximadamente las 11 de la mañana, siento que la palanca de cambios se hunde y se afloja en su recorrido. Totalmente anormal; el vehículo no había sufrido golpes contra el piso, no había sido exigido más allá de una lógica rutina de montaña, no había cargas en la caja, un vehículo nuevo, todo muy raro.
Ya conté que de mecánica no entiendo, así que mirar debajo de la camionetita no me ayudó a encontrar soluciones, necesitaría una fosa aunque sea sólo para “ver qué se ve”.
Mirar el paisaje a los 360º e imaginar que ahí vamos a encontrar una fosa eran objetivos incompatibles. O cerraba los ojos y soñaba que había una fosa ahí a la vuelta o abría los ojos y sabría que salvo que la cavemos nosotros, de fosa sólo la de algún coy o vizcacha, suponiendo que hubiera por esas alturas.
Nota: al momento de redactar este texto traté de ubicar el lugar del incidente desde Google Earth, Google maps y otras fuentes, pero sólo logré determinar que sucedió en un rango de 12 km, entre “El Chorro” y el cruce de las rutas provinciales 13 y 102. Si no fuera por la pandemia, les aseguro que ya estaríamos rumbo a esa zona. Por ahora, no se puede.
Más o menos por aquí fue la cosa. De lo que se dice un tumulto,nada. |
El caso es que ante ese panorama, una posibilidad era quedarnos a esperar vaya a saber a quién, ya que como fue habitual en nuestros viajes, las rutas solitarias parecían hipnotizarnos y llamarnos, así que cruzarnos con alguien quedaba jugado al azar.
La otra posibilidad era intentar seguir con toda prudencia hasta que… no sabíamos, hasta que se reviente del todo, suponíamos. Eso hicimos.
Lo poco que avanzábamos era para ver cómo la palanca parecía hundirse más y quedar más floja. No creo haber avanzado más de dos kilómetros y ya al borde de decir “no anda más”, vemos un terreno cercado, con tres bloques de construcciones. Al menos, habría alguien allí.
Nos acercamos y comenzamos a distinguir algo que “parecía pero no podía ser”. ¿Porqué tendrían una fosa allí, en medio de la nada prácticamente? Seguramente era otra cosa, no podía ser lo que deseábamos ver.
Pero no: era una fosa. Créase o no. La camionetita llegó con el último aliento. Nos atiende una persona y nos hace colocar el vehículo en la inexplicable, ansiada, mágica fosa.
Baja, mira, un rato de silencio y el hombre sale con cara de no traer buenas noticias.
“Se le rompió el soporte de la caja”, nos dice. “Aquí le
podríamos dar una solución provisoria como para que baje y llegue a Tucumán,
pero hay un problema: para sacar el conjunto hay que usar llaves Allen, y no
tengo”.
Les aseguro que no lo podía creer. El hombre podría darnos una solución pero no tenía llaves Allen. Las mismas llaves que nunca pensé en hacer parte del equipo de herramientas y que cayeron a mis pies segundos antes de salir de casa.
Claro, todavía no estaba ganada la batalla: llaves hay de muchas medidas. Como en estado de shock todavía, saco el juego de la guantera y se las muestro: Tengo esto, le digo
El hombre mira, las mide con la mirada y señalando una dice “ésta va a andar”.
Y allí fue, llave en mano, a iniciar un proceso que no sería rápido, pero que nos solucionaría el problema que apenas minutos atrás parecía una encrucijada imposible.
Foto de la falla: en definitiva, quedaba sostenido sólo por los dos pequeños segmentos que marcan las flechas amarillas. Más justo, difícil. (Las fotos se amplían con click en ellas) |
Unas horas más tarde, la camionetita salía ufana con la palanca de cambios en su lugar y un arreglo de emergencia que funcionó perfectamente. Por supuesto, la hoja de ruta fue modificada y el retorno se hizo por la bajada más próxima hacia el Este, en este caso la ruta 102 que en pocos minutos nos dejó ya en Yerba Buena.
¡Aclaremos que Yerba Buena de Catamarca!
En Yerba Buena. El shopping no se distingue bien desde ahí |
Siguiendo por la misma ruta llegamos a la ruta 15, luego la 7 hasta Icaño, ruta 2 Hasta San Antonio de la Paz, ya en la ruta nacional 157, ruta transitada, llana y pavimentada, sanos y salvos hasta "nuestra" Yerba Buena en Tucumán.
Hay amigos y amigas que me dicen que mi ángel de la guarda es un fenómeno, que labura horas extras todos los días. Otros me dicen que en realidad, no tengo un ángel de la guarda, sino un batallón, porque uno solo no daría abasto.
Yo no lo sé, pero me inclino a pensar en que es uno solo y que realmente, es un campeón.
Yapa: la gruta de La Candelaria
En esos años contábamos con un GPS de mano, con una pantallita bastante incómoda y un operador bastante flojo en habilidades. No contábamos con las coordenadas de la cueva; el GPS era para grabar el track y saber luego por dónde tendríamos que volver. El monte no es para que cualquier aficionado entre a explorar sin precauciones. También sería para registrar exactamente la cueva, si la encontrábamos.
Para llegar nos habían dado algunas instrucciones, al estilo rural. "Vaya por tal camino, va a encontrar una afata ladeada con tres hojas secas en la punta, métale derecho unos 10 metros, baje por una barranca, suba 10 minutos, avance…" etc. (Por supuesto, no fueron ésas las instrucciones pero no crea que estaban tan lejos).
Llegado al lugar que supusimos la entrada, dejamos el vehículo y comenzamos a meternos esquivando espinosos matorrales y tratando de seguir las instrucciones. Nos costó, pero al cabo de un rato bastante largo y muchas dudas, conseguimos llegar.
No entendíamos cómo un lugar así no estaba protegido, con cuidadores y con paseos organizados que respeten la zona. (En la fecha de escribir esto, vi en internet que sí hay una importante actividad arqueológica y llevan clasificados muchos centros como éste, por fin y en buena hora)
Lamentablemente, algunos dibujos fueron dañados con las inscripciones de los irresponsables de siempre, como se ve. |
A pocos minutos de estar ahí, llega una pareja de La Plata en viaje de paseo. No recuerdo si el hombre o la mujer era científico de la Universidad. Lo curioso es que sólo traían un block de notas y nada más. Increíblemente no tenían cámara de fotos. Les propuse hacer un intercambio: nos pasaban su correo electrónico, nosotros les enviaríamos las fotos y ellos nos enviarían las conclusiones a las que habían llegado para así disponer de informacion para las fotos que, en esa época, subía a Panoramio.
Dicho sea de paso: de seguir existiendo Panoramio podría haber determinado cada punto con exactitud, porque había que geoposicionar las fotos subidas. Lamentablemente Panoramio se vendió a Google y mis fotos desaparecieron del mapa, literalmente hablando.
Nos pasaron el correo, pero cuando días después intenté contactarlos, nunca respondieron. ¿Anoté mal el correo? ¿Se equivocaron al dármelo? No lo sé, pero algo así habrá pasado. No suena coherente que hayan despreciado las más que varias fotos que teníamos a su disposición.
Finalmente y satisfechos de haber llegado a un destino algo complejo para citadinos sin experiencia de monte, volvimos a la camioneta sin problemas, ruta GPS mediante. Ese objetivo también estaba cumplido.
Posteado en Noviembre 30 de 2020
Complemento posteado el 18/05/2022:
Después de muchos años, logramos regresar a completar el recorrido propuesto originalmente, de continuar por la ruta de montaña hasta Esquiú y de paso, comprobar el lugar en donde nos auxiliaron.
Regresamos a ese trayecto el 13 de mayo 2022 y descubrimos una realidad totalmente distinta a aquella del 2007: la zona del incidente, otrora desierta, muestra hoy una interesante cantidad de casas y habitantes. No digamos una muchedumbre, tampoco.
El lugar en cuestión fue a unos metros del cruce entre las rutas provinciales 13 y 102, ahora con varias casas alrededor.
Finalmente completamos el tramo hasta Esquiú. Cumplida la "auto deuda" contraída en el 2007.